
La Refinería de Dos Bocas, el proyecto energético más importante de la “cuarta transformación” no es más que un cúmulo de falsas expectativas y promesas incumplidas. Así lo reveló el Informe Anual presentado por Pemex la semana pasada que indicó que la Refinería nos costará a los mexicanos casi 40% más a lo estimado, lo que obligará a una reformulación del caso de negocios debido a los nuevos valores y tiempos de terminación. Como Diputada Federal yo he insistido que lo más importante es que exista total transparencia y una planeación rigurosa de este proyecto, ya que, de no hacerlo, podría derivarse en tragedias como la que vimos con la Línea 12 del Metro en la CDMX.
Según el Consejo de Administración de Pemex, a través de su Informe Anual 2020, reconocen que “para cumplir con los compromisos establecidos (…) es necesario reajustar tanto el costo total de la inversión como el tiempo de terminación” ¿Qué tanto? Pues eso viene en el Plan de Negocios 2021-2025, donde enuncia que para 2022 el Gobierno estaría solicitando 116,000 millones de pesos (mdp) adicionales “para concluir su construcción”. A la fecha, se le han destinado más de 135,000 mdp a la Refinería, por lo que, si agregamos este último dato revelado, estaríamos hablando que el costo total sería de aproximadamente 250,000 mdp, casi 40% más de lo que el Gobierno había prometido originalmente.
Yo insisto, este proyecto es el único destinado para la recuperación económica de mi querido estado de Tabasco y de ninguna manera quiero ver que fracase. Pero esta noticia, no debería tomar a nadie por sorpresa, ya que lo venían alertando los expertos desde el principio.
Desde enero de 2019, meses antes de que se le diera el banderazo de salida al proyecto, el propio Instituto Mexicano del Petróleo determinó que la Refinería era inviable técnica y financieramente; apuntando que el costo sería de alrededor de 280,000 mdp y que su tiempo de construcción sería de entre 5 y 6 años. De la misma manera, en marzo de ese año, la calificadora de riesgos Moody’s advirtió que, derivado de la falta de experiencia de México en la construcción de refinerías, el costo de este proyecto sería superior a lo estimado por el gobierno en los procesos de licitación. Razón por la cual la empresa KBR, líder en el ramo, abandonó la obra al considerar que se requerirían muchos más recursos que las estimaciones de la Sener. Soyara Pérez / El Economista