
Inicia programa para restaurar 200 hectáreas de mangle en Dzilam de Bravo
Yucatán tiene alrededor de 20 mil hectáreas de manglar degradado, lo que representa 20 por ciento del total de la entidad, reveló el doctor Jorge Herrera Silveira, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Mérida, del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Las principales acciones que han impactado el mangle, según expuso, son la construcción de carreteras, lo que obstruye el flujo de agua y ocasiona severos daños al
medioambiente y a la pesca.
Este 16 de julio se dio el banderazo de salida del proyecto Restauración ecológica de manglares de la costa norte de Yucatán, Región Dzilam de Bravo, impulsado por Pronatura Península de Yucatán A.C. (PPY), el Cinvestav y el grupo de pobladores de la comunidad conocido como “Los Restauradores de Dzilam de Bravo”, con cual
se pretende reforestar, en dos años, más de 200 hectáreas en esta zona y así recuperar este ecosistema de vital importancia para la costa.
El proyecto es financiado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), que aportará 4 millones de pesos a través del Programa de Compensación Ambiental por Cambio de Uso de Suelo en Terrenos Forestales (CUSTF) 2021 – 2022, a fin de llevar a cabo acciones de restauración de suelos, reforestación, protección y mantenimiento, y así rehabilitar ecosistemas forestales deteriorados, controlar o evitar procesos de degradación de los mismos y recuperar parcial o totalmente las condiciones que propicien su persistencia y evolución.
Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Yucatán tiene mas de 97 mil hectáreas de manglar.
Herrera Silveira indicó México es el cuarto lugar a nivel mundial con más hectáreas de manglares y en la península de Yucatán se concentra 60 por ciento de todo el manglar del país. Yucatán es el tercer lugar a nivel nacional con más mangle, sin embargo poco más de 20 mil hectáreas están degradadas.
Esto se debe principalmente por la construcción de carreteras, que han interrumpido el flujo de agua. El manglar es un humedal y necesita este líquido, que necesita moverse y no estar estancado. “Cuando pones una carretera, lo que estás haciendo es obstruir el flujo de un lado o de otro, si se muere el manglar de un lado quiere decir que el flujo del otro era dominante, que alimentaba al otro”, señaló.
Aunado a esto, indicó, los puertos de abrigo se conectan con las ciénagas. Entonces, este tipo de infraestructuras, sin un correcto manejo de ingeniería, ha ocasionado que las lagunas sean hipersalinas, (con alto contenido en sal) y cause la muerte de los manglares.
El sedimento del manglar muerto se transforma en bióxido carbono, un gas de efecto invernadero, el cual se va a la atmósfera, lo que impacta el cambio climático y el suelo baja de nivel, y cuando las plantas quieren crecer, se ahogan.
En general, indicó que el grado de afectación es severo porque hay árboles de manglar muertos, donde ya se degradó la madera y han dejado de existir. Esto afecta de manera severa al medio ambiente: por ejemplo indicó que el año pasado, con la tormenta Cristóbal y otros huracanes, se presentaron inundaciones en gran parte de la costa, esto se debe principalmente a que al no haber manglar se dejó de cumplir una función vital: absorber el agua. “El suelo del manglar sirve como esponja para absorber el agua durante las lluvias”, precisó.
Además, indicó, la pesca se ha visto también afectada porque en el manglar se reclutan las especies en estado juvenil, que luego van al mar a crecer; se ha perdido la conexión del manglar con el mar por las diversas construcciones.
La zona de mayor impacto se puede percibir de Dzilam hasta el puerto de Sisal, señaló. Por su parte, Río Lagartos es una zona protegida, no hay carreteras y está en un buen estado de conservación; en Celestún igual. La Jornada Maya